El incidente, ocurrido en abril pasado en la región de Bremanger, desató un enfrentamiento diplomático entre los gobiernos en Oslo y Moscú. Este último negó cualquier implicación y acusa a Noruega de “rusofobia” y de librar una “guerra híbrida”.
Noruega vive una creciente tensión con Rusia tras confirmar que un ataque cibernético contra una represa en el oeste del país fue obra de un grupo de actores maliciosos pro-rusos. El incidente ocurrió el pasado mes de abril, tras un acceso ilícito que permitió a los atacantes manipular los sistemas de control de la presa de Risevatnet, abriendo válvulas durante cerca de cuatro horas y dejando escapar unos 500 litros de agua por segundo. Aunque el incidente no puso en riesgo a la cercana población de Svelgen ni afectó la red eléctrica nacional, sí fue calificado como “sabotaje” por la Policía de Seguridad de Noruega (PST).
La directora de la agencia, Beate Gangås, reveló detalles del caso durante el foro nacional Arendalsuka, en la ciudad de Arendal. Según explicó, el objetivo de los atacantes no era tanto generar destrucción como “mostrar de lo que son capaces”. La autoridad añadió que este tipo de operaciones tiene como propósito “crear inquietud y demostrar capacidad de amenaza”.
La investigación de PST y del Servicio Nacional de Investigación Criminal de Noruega (Kripos) concluyó que los responsables publicaron un video en la red social Telegram mostrando el panel de control de la represa, acompañado de un distintivo de un colectivo cibernético vinculado a Rusia. Medios locales señalaron al grupo “Z-Alliance”, que en abril ya había reivindicado la acción.
El caso se enmarca en una escalada de ciberataques atribuidos a Rusia en territorio noruego. El jefe de inteligencia militar, Nils Andreas Stensønes, advirtió que, aunque su país no está en guerra con Rusia, el Kremlin mantiene la tensión a través de tácticas híbridas dirigidas contra Occidente. “Rusia es un vecino impredecible y representa hoy la mayor amenaza para Noruega”, afirmó.
La reacción de Moscú no se hizo esperar. La embajada rusa en Oslo rechazó categóricamente las acusaciones, calificándolas de “infundadas y políticamente motivadas”. En un comunicado difundido por Reuters y publicado en su web oficial, la sede diplomática acusó a las autoridades noruegas de intentar alimentar sentimientos “militaristas” y “rusofóbicos”. “Consideramos que Noruega, con sus acciones hostiles, se ha convertido en un país peligroso para nosotros y en una amenaza para la seguridad nacional de la Federación Rusa”, sostuvieron.
La misión diplomática rusa también aseguró que Moscú había ofrecido cooperación en materia de ciberseguridad, sin obtener respuesta de Oslo. Para Rusia, el episodio se inscribe en lo que denomina una “guerra híbrida” emprendida por Noruega y sus aliados occidentales, al mismo tiempo que envían armas a Ucrania y aplican sanciones contra el Kremlin.
El caso de la represa de Bremanger refleja cómo la disputa geopolítica entre Rusia y Occidente se traslada cada vez más al terreno digital, donde el uso de infraestructuras críticas alejadas de las fronteras en conflicto, pueden convertirse en escenario de disputas estratégicas y de campañas de intimidación.
