Chile reconoce desde el año 2018 a Octubre como el mes nacional de la ciberseguridad, una oportunidad que cada vez más organizaciones públicas y privadas están aprovechando para realizar ejercicios y promover la conciencia en el tema.
Hace poco tiempo ingresé a una empresa de ciberseguridad. No es mi materia. Es más, siempre he mirado con distancia el cibercrimen y el mundo activo que sucede a través de las pantallas de computadores.
Se piensa que quienes dominan los datos dominaran el mundo, y el sinónimo de esto es que la información es, sin duda, el bien más preciado. La criptografía es el arte de mantener un secreto, frente a ojos curiosos o personas que pueden utilizarlos en nuestra contra. La palabra proviene de los términos griego kryptós (secreto) y Grafo (escritura). Su traducción literal es “escritura secreta”.
En los últimos 20 años, se ha consolidado -paulatinamente- el uso cotidiano de dispositivos digitales en conceptos que antes no era posible imaginar: comunicación instantánea con otros individuos, compras en línea, relaciones intrapersonales e incluso verificaciones/autenticaciones de usuario por vía facial.
Quienes nos desempeñamos en el mercado del marketing, prestamos algunos de los servicios más visibles de las empresas de cara a sus clientes y al público en general, y sin embargo no siempre somos parte de esas organizaciones.
La palabra inteligencia parece ser el trending topic de hoy. Cada día es más frecuente encontrar en el mundo académico, en la oferta de diplomados y magíster, títulos de Inteligencia Artificial, Inteligencia de Negocios, Inteligencia Político–Estratégica, por mencionar algunos.
La tecnología avanza exponencialmente y sin descanso. En el 2006 -hace no mucho- Nokia lanzó su primer teléfono celular con GPS integrado, al año siguiente Apple estrenó el primer iPhone, y hoy ya contamos con celulares que tienen asistentes de voz virtuales integrados basados en inteligencia artificial como Siri o el asistente de Google.
En el entorno digitalizado en el que estamos inmersos, el OSINT (Open Source Intelligence) y la Inteligencia Artificial (IA) han cobrado importancia y se han posicionado como herramientas de gran relevancia que pueden ser utilizadas tanto para el beneficio de la sociedad como por aquellos que buscan ejecutar acciones ilícitas para su provecho.