Columnas de opinión

Octubre de ciberseguridad: ¿Cuánto hemos avanzado en concientización y estándares? 

septiembre 25, 2023
Chile reconoce desde el año 2018 a Octubre como el mes nacional de la ciberseguridad, una oportunidad que cada vez más organizaciones públicas y privadas están aprovechando para realizar ejercicios y promover la conciencia en el tema.

En unos días más volveremos a conmemorar este mes con un llamado general a la acción y a la reflexión, al menos a nivel de las organizaciones que entienden la importancia de la ciberseguridad.

En este contexto, es probable que nos encontremos en la internet con muchas opiniones diferentes sobre el estado actual de la materia en nuestro país, unas más y otras menos conformes acerca de los avances legislativos, o sobre cómo el gobierno, las empresas y el mundo académico están abordando este desafío.

“Muchas recetas y poca cocina”, decía un comentario hace poco en las redes sociales, porque abundan las expresiones sobre el deber ser de la ciberseguridad, pero escasea la inversión, la prolijidad técnica al momento de ejecutar la ciberseguridad y la educación práctica entre los usuarios.

Me quedó dando vuelta esa idea, porque en algo tiene razón, pero también tiene algo de injusticia respecto a cómo son las cosas en nuestra realidad.

Es razonable, porque constantemente estamos participando en debates donde todos coinciden en que se trata de una materia importante, y no parece que avanzamos mucho más allá de la opinión, y eso no se condice muchas veces con las acciones que se toman y que, por falta de la legislación o la regulación que haga de la ciberseguridad una obligación -ley que ya se asoma en el horizonte-, no todos están dispuestos a poner los recursos que se necesitan allí donde están los problemas, y todavía no se entiende muy bien el trascendental rol de la concientización dentro de las organizaciones.

Pero, por otro lado, esa opinión también tiene algo de injusticia, porque las personas que con más entusiasmo están promoviendo la ciberseguridad, en muchos casos, no recibieron una formación académica para eso y sus conocimientos responden a diferentes corrientes de formación y pensamiento, todas igual de válidas en lo científico, pero con diferentes énfasis.

Hace cinco años, cuando la ley que reconoce a octubre como el mes de la ciberseguridad fue promulgada, el tema era aún incipiente en nuestro país. Hoy día, las empresas y organizaciones del Estado son las más interesadas en su promoción porque entienden que estamos muy atrás respecto a los estándares de otros países y en una desventaja ante el asedio de los cibercriminales.

Desde mi punto de vista, la academia ha estado mucho más atrás en este proceso, y por eso la “cocina” sigue siendo poca, o quizás, restringida.

Si bien es cierto que hoy existe una importante cantidad de cursos en las universidades chilenas, esa oferta académica de ciberseguridad está enfocada principalmente a la especialización. Es probable que con la legislación, que podría estar al final de este año o con el amanecer del próximo, esa situación cambie de manera importante y la oferta académica se incremente, especialmente en la formación, para así poder cerrar la brecha entre los especialistas que se necesitan y los que hoy están disponibles.

Pero el rol académico en este aspecto es mucho más que la provisión de profesionales. No me cabe duda que en la medida que puedan formarse más profesionales de ciberseguridad en nuestras aulas también tendremos más espacio para el debate. No significa que no exista en el actual contexto, porque lo hay y es muy intenso -como debe ser- entre los profesionales que desde sus diferentes disciplinas aportan a la ciberseguridad, lo que también lo hace especialmente rico en contribuciones. Pero la discusión debe tener una expresión más acabada que la discusión en grupos de WhatsApp que, de una u otra manera, son restringidos o regulados por un administrador.

Todas esas opiniones no pueden perderse en un foro o en una agitada conversación de redes sociales, sino que deben convertirse en contribuciones académicas que permitan a otros revisarlas, cuestionarlas, reflexionar acerca de ellas, tomar posiciones, enriquecer sus puntos de vista o argumentar en contra, y sacar sus propias conclusiones acerca del horizonte que debemos seguir.

columnaopinion

Comparte este Artículo

Artículos relacionados