Inteligencia Artificial e impacto social: Auge y desafíos para la ciberseguridad

Por Ítalo Dattari, Especialista en Ciberseguridad, NIVEL4.

Aunque el acceso a internet en Chile es alto, la falta de habilidades y competencias en grupos vulnerables acentúa brechas digitales que expone a los usuarios ante la desinformación y ciberataques de alta sofisticación que utilizan Inteligencia Artificial. El desafío está en avanzar hacia una digitalización segura y equitativa.

Durante los últimos años hemos sido testigos del auge de las inteligencias artificiales. Es entonces, cuando los antiguos tópicos de la ciencia ficción comienzan a resurgir y nos preguntamos, ¿Tomarán consciencia? Y si es así ¿Cuándo ocurrirá? ¿Cumplirán las reglas de Asimov? ¿Será mejor darle las gracias y mantener una relación de amistad, cordialidad y respeto? Bueno, la verdad es que existe otra catástrofe a la vuelta de la esquina mucho antes de que las máquinas adquieran el control absoluto.

Los resultados de la undécima encuesta sobre acceso, usos y usuarios de Internet en Chile, el más reciente estudio de este tipo publicado por la Subsecretaría de Telecomunicaciones en noviembre del año 2024, indican que, en promedio, un 96,5% de las personas tienen acceso a internet, pero con matices. Es así, que, entre los hogares de clase alta, el porcentaje de acceso llega por primera vez al 100%. Muy cerca, los estratos medio y medio bajo promedian sobre el 99%, mientras que el bajo alcanza un 92,8%, el cual, aunque sigue siendo alto, de todas formas, evidencia que un segmento de la población está al margen del acceso a internet según su nivel de ingreso. Por su parte, dentro de los hogares habitados únicamente por personas mayores, un 82,9% tiene acceso, un alza importante respecto al 70,5% registrado en 2023, pero distante del resto de cualquier otro segmente de la muestra.

Aunque en la perspectiva de la encuesta -que mide el acceso a internet- los números son positivos, en el contexto de la vertiginosa evolución de las tecnologías y la forma en cómo se incorporan en la vida cotidiana, estas cifras también generan preocupación, específicamente porque pueden trasladar y acentuar las brechas culturales en el ciberespacio, de tal forma que, los grupos más vulnerables, ya sea por educación, ingresos o edad, pueden quedar nuevamente excluidos del desarrollo digital, y muy especialmente en lo que respecta a protección, cuidado y autocuidado de la ciberseguridad.

Al mismo tiempo, en un país que pretende buscar el desarrollo en su conjunto, los indicadores muestran que hay mucho por mejorar, especialmente entre las personas que no son nativos digitales. De acuerdo al informe «Evaluación de Competencias de la Población Adulta 2023«, publicado en diciembre de 2024 y en el que se midieron aspectos como la comprensión de lectura, razonamiento matemático y la resolución adaptativa de problemas, Chile figura muy por debajo del promedio OCDE. Entre sus conclusiones, el reporte señala que existen factores socioculturales que impactan directamente en estas competencias. Además, estas habilidades repercuten en los salarios, perspectivas de empleo, una participación en procesos políticos y sociales, así como en el bienestar general.

Dado lo anterior, es importante que como sociedad se considere y se trabaje activamente, en la capacitación del uso de nuevas tecnologías y de la democratización de ellas, lo que no se agota en el simple acceso a ellas. La razón es que, al solapar este desarrollo exponencial con las habilidades tecnológicas de los grupos más vulnerables y menos insertos en el mundo digital, se genera una situación que termina por excluir y aumentar las brechas socioculturales de estos grupos, creando una suerte de circulo vicioso, en donde la integración de las personas resulta aún más compleja.

El efecto de lo que se menciona, no solo repercute a nivel de la inclusión de ciertos sectores en distintos ámbitos de la sociedad, sino que también los pone en un riesgo evidente ante ataques de desinformación (Deep Fakes y Fakes News) en donde un usuario sin tanta experiencia digital muchas veces no tiene las habilidades para determinar si una noticia es real o generada por IA, así como tampoco suele tener el discernimiento para diferenciar un correos, mensajes y sitios maliciosos de los legítimos, incluso voces e imágenes adulteradas simulando ser alguien más, como por ejemplo una autoridad. De esta forma, los ataques informáticos más efectivos y peligrosos, suelen apuntar a estos usuarios como víctimas, o como una vía de compromiso inicial.

Es así como, por desgracia, los distintos modelos de inteligencia artificial no solo sirven como una guía teórica y estratégica para los ataques maliciosos, sino que la generación de imágenes y clonación de voces resultan muy efectivas para inducir a los usuarios incautos a caer ante estas sofisticadas formas de phishing u otros ataques de ingeniería social.

En ese sentido, las instituciones de ciberseguridad están llamadas a cumplir un rol fundamental en la protección de los activos y principalmente de las personas, a través de campañas de concientización que permiten la creación de las habilidades y competencias que necesitan los usuarios para enfrentar una amenaza, y también en el fortalecimiento de las distintas áreas que se abarcan en el campo informático, otorgándole una especial relevancia a los ejercicios de intrusión o Red Team, que permiten realizar un diagnóstico fehaciente sobre como responden las organizaciones en su conjunto a estos tipos de ataques.

Finalmente, si queremos dirigirnos hacia una sociedad con un mayor desarrollo tecnológico, debemos cumplir esa deuda manteniendo el foco de la inclusión en el centro del desarrollo, ya que cuidar el internet es tarea de todos y todas.